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Replantear el diseño del edificio y elegir los productos sabiamente, podemos aprovechar el aislamiento eficientemente y, en última instancia, lograr la resiliencia climática.

Domen Ivanšek, Jefe de Ciencias de la Construcción de Knauf Insulation, analiza cómo podemos liberar todo el potencial del aislamiento como protector durante todo el año contra un clima cada vez más extremo. Aquí, Domen explica que al replantear el diseño del edificio y elegir los productos sabiamente, podemos aprovechar el aislamiento eficientemente y, en última instancia, lograr la resiliencia climática.

No es ningún secreto que nuestro clima está cambiando. El aumento de las temperaturas, combinado con el envejecimiento de la población, nos ha hecho más vulnerables a la amenaza del sobrecalentamiento y esto solo hará más que aumentar en los próximos años. De hecho, se prevé que, sin mitigación, el calor extremo afectará a 300 millones de europeos cada año para 2100, lo que resultará en 90,000 muertes.

Pasamos alrededor del 90% de nuestro tiempo en interiores, por lo que los edificios tienen un impacto significativo en nuestra salud y bienestar. Es por eso que es fundamental que nuestra industria se una para hacer que cada edificio (tanto nuevo como existente) sea resistente al clima, y debemos comenzar ahora porque los cambios que hagamos hoy se sentirán en las próximas décadas. Por ejemplo, en el Reino Unido, el 80% de los edificios que se ocuparán en 2050 ya se están construyendo y renovando hoy, por lo que realmente no hay tiempo que perder.

La legislación actual se centra en mantener los edificios calientes en invierno y el aislamiento juega un papel central para lograrlo. Pero con el diseño, la construcción, la renovación y el mantenimiento adecuados, los edificios pueden protegernos de temperaturas extremas durante todo el año.

Diseño resistente al clima

Los edificios resistentes al clima requieren un enfoque holístico, considerando todos los aspectos de la construcción. La clave es crear un entorno interno estable y controlable, que permita que los sistemas de calefacción y refrigeración funcionen de manera efectiva y eficiente.

Este enfoque podría incluir considerar la orientación del edificio, en relación con el viento y la luz solar máxima, u optimizar el acristalamiento y el sombreado para que la ganancia de calor solar se equilibre a lo largo de las estaciones.

También podría significar gestionar las ganancias de calor internas, por ejemplo, mediante elementos aislantes como tuberías de agua caliente e instalar electrodomésticos energéticamente eficientes, para garantizar que ninguno contribuya al calor no deseado dentro del edificio.

La ventilación y la hermeticidad también son factores clave a considerar. La ventilación cuidadosamente administrada dentro de un edificio adecuadamente hermético permitirá un mayor control sobre la temperatura interna.

El aislamiento adecuado, correctamente instalado, reducirá la transferencia de calor no deseado, estabilizando el ambiente interno y protegiendo a los ocupantes de los efectos del calor o el frío externos. La adopción de estos principios significa que puede hacer que el aislamiento haga más: puede proporcionar esa protección no solo en invierno sino durante todo el año.

Conseguir el aislamiento adecuado

Los dos factores a priorizar al especificar el aislamiento para el confort térmico son su valor R y el rendimiento en el mundo real.

En términos de protección contra el sobrecalentamiento, existe una diferencia insignificante entre los productos de aislamiento con diferentes densidades y capacidades caloríficas. Sin embargo, el valor R es importante porque indica la capacidad del aislamiento para resistir la transferencia de calor. Cuanto mayor sea el valor R, mayor será la resistencia térmica... al menos en papel. Desafortunadamente, algunos productos son más difíciles de instalar correctamente que otros, en condiciones reales del sitio. Por ejemplo, si la hoja interior de una pared no es perfectamente uniforme, el aislamiento de panel rígido no se asentará al ras contra ella. Esto puede generar espacios de aire que comprometen el rendimiento térmico.

Esta diferencia entre el rendimiento diseñado y el del mundo real se conoce como "brecha de rendimiento" y tiene el potencial de desestabilizar el entorno interno del edificio del que depende el confort térmico.

Para ayudar a prevenir esto, es importante especificar materiales que sean 'construibles'. El aislamiento de lana mineral, por ejemplo, tiene una naturaleza flexible que se adapta a las imperfecciones menores del sustrato. Sus superficies fibrosas también se ajustan por fricción, todo lo cual minimiza los espacios de aire y maximiza el rendimiento. Y debido a que utiliza aire atrapado como aislamiento, su rendimiento térmico no se degrada con el tiempo, como el de otros aislantes. Esencialmente, la lana mineral es más fácil de "acertar", lo que la convierte en una opción confiable para brindar protección pasiva a un edificio.

Es momento de tomar acción

El cambio climático no va a ninguna parte, por lo que depende de nosotros tomar medidas y mitigar los riesgos que presenta. Para nuestra industria, eso significa crear edificios con un diseño holístico que soporten temperaturas extremas. Debemos hacer que el aislamiento haga más, usándolo junto con los sistemas de calefacción y refrigeración, para proteger a los ocupantes los 365 días del año.

El aislamiento también debe especificarse con cuidado, dando prioridad a los productos que ofrecen un rendimiento real, como la lana mineral. A medida que avanzamos, los otros beneficios de la lana mineral, como la no combustibilidad, el rendimiento acústico y el bajo contenido de carbono, también se están convirtiendo en factores cada vez más importantes en las especificaciones de construcción.

Los principios gemelos de un buen aislamiento y un diseño considerado, aplicados tanto a las construcciones nuevas como a las renovaciones, generarán un entorno construido más sólido y resistente al clima para hoy y para las generaciones venideras.