Brenda Boardman fue la creadora del concepto de pobreza energética y lo definió de la siguiente manera: "incapacidad para un hogar de obtener una cantidad adecuada de servicios de la energía por el 10% de la renta disponible"
El año 2016 también ha sido el primero en el que se ha podido evaluar cuántos de los hogares que se declararon incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada se vieron obligados a dejar de disponer de algunas de sus fuentes habituales de energía. De este modo se ha podido saber que el 2% de la población, cerca de 900.000 personas residentes en España, sufrió en 2016 algún tipo de desconexión de suministro energético en su hogar. Se trataría, por tanto, de un sector de población con un alto nivel de vulnerabilidad.
Actualmente existe un problema, desconocido para muchos todavía, pero que poco a poco está ocupando los medios de comunicación y los discursos de los profesionales: es la pobreza energética.
Con este término se denomina la falta de los servicios energéticos mínimos en un hogar para cubrir las necesidades básicas de sus inquilinos, en unas condiciones de climatización adecuadas para la salud entre 18 y 21ºC en invierno y 25ºC en verano según la Organización Mundial de la Salud.
El nuevo estudio ha seguido la propuesta metodológica del Observatorio Europeo de la Pobreza Energética (EPOV), que propone la utilización de 4 indicadores principales, dos de ellos procedentes de los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) y dos procedentes de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF).
En el año 2016, de acuerdo con el enfoque de percepciones y declaraciones del hogar (ECV), un total de 6,8 millones de personas, equivalente al 15% de la población residente en España, estarían sufriendo temperaturas inadecuadas en la vivienda o retraso en el pago de recibos, o ambos. De éstas, destacan los 2,8 millones de personas que declararon tener dos o más retrasos en el pago de recibos en los últimos 12 meses (el 6% de la población). Aunque las cifras se encuentran ligeramente por debajo de los máximos alcanzados en 2014, la media del país continúa estando por encima de la media de la UE en ambos indicadores, una tendencia observada por primera vez en el año 2014 pero que ha continuado en los dos siguientes años.
Des del sector de la construcción tenemos una gran responsabilidad en las causas de tal problemática. La vulnerabilidad energética no incluye solo aquellas familias que no pueden asumir el gasto económico, sino todas las familias que viven en viviendas que, debido a sus bajos estándares de calidad y eficiencia energética, pueden tener un efecto perjudicial en su salud.
Los principales efectos que se pueden dar en viviendas con bajos estándares de calidad:
Tenemos un parque de viviendas antiguo y en un estado de bajo o nulo mantenimiento, la rehabilitación energética es necesaria y urgente.
Podemos hablar de dos tipos de soluciones:
Cuando se realizan actuaciones pasivas se obtienen resultados más efectivos des del punto de vista energético y del confort térmico, el coste energético disminuye a costa de un aumento de la inversión. Si comparamos ambas soluciones (pasivas y pasivas + activas) vemos como desde el punto de vista energético, las pasivas+ activas permiten reducir considerablemente el coste energético con inversiones menores. Sin embargo, si analizamos el confort térmico, es la intervención pasiva la que permite mejorar las condiciones de confort. Por lo tanto, si el objetivo es garantizar unas condiciones adecuadas de confort, independientemente de la utilización del sistema de calefacción, es necesario actuar de forma integral sobre la envolvente del edifico.